Sobre las relaciones de pareja, un artículo interesante aunque tiene ya muchos años. Virginia Satir es una de las pocas mujeres que destacaron en al ámbito de la Terapia Familiar cuando casi todos eran hombres. Trabajadora Social, Antropóloga y muchas cosas más, sigue vigente.
Relaciones
Ante la más mínima desavenencia con las personas con las que tratamos o convivimos, tenemos tendencia a repetir actitudes que en realidad nos alejan e Impiden que la relación prosiga y crezca. Por ello, cuando surge un problema, vale la pena preguntarnos si tenemos verdaderos deseos de que la relación continúe y, si es así, que adoptemos un comportamiento claro y sincero. Mejorar nuestras relaciones es una búsqueda de toda la vida, en la que necesitaremos tanta paciencia como valentía para correr riesgos.
Todos tenemos hábitos que aprendimos para sobrevivir emocionalmente/ y que seguimos utilizando en momentos importantes, sin darnos cuenta de que actúan en contra nuestra y nos aíslan. Para muchos de nosotros, lo cómodo es lo familiar, aquello a lo que nos hemos acostumbrado desde pequeños. Si abandonamos los hábitos familiares, obviamente entramos en lo desconocido, y eso nos asusta. Si deseamos cambiar, debemos renunciar a lo familiar para ahondar en lo desconocido, y a menudo aparece ansiedad o inseguridad. Es lo que le sucedió a aquella recién casada que preparaba un asado. Cuando lo cortó cuidadosamente por la mitad y lo colocó en dos recipientes, su esposo exclamó sorprendido: «¿Por qué haces esto?»». Ella, con gran seguridad respondió: «Es la forma en que se hace, mi madre siempre lo hacía así». El marido, consciente de que no era un experto en cocina, pero dudando aún de ese razonamiento, decidió investigar. Corrió a la casa de su suegra y se encontró con que ella, en efecto, hacía el asado de la misma forma y su respuesta fue la misma: «Es la forma en que se hace, mi madre siempre lo preparaba así». Por fortuna, la abuela aún vivía, por lo que el marido fue a visitarla y le relató la historia. Ella escuchó muy atentamente y después, muy sorprendida y divertida dijo: «¡Ay, Dios mío!, siempre tuve que alimentar a tantas personas y sólo tenía dos fuentes pequeñas, por eso tenía que cortar la carne en pedazos pequeños para que así cupiera en ellas». ¿Cuánto tiempo seguiremos haciendo las cosas por rutina, como las hacía nuestra madre, aunque la situación haya cambiado para nosotros? A primera vista podría parecer que hacer los cambios que deseamos va a representar un trabajo enorme. En alguna forma lo es, sobre todo si pensamos hacerlo inmediatamente o de una manera especial. Pero si realizamos los cambios poco a poco y en la forma que más nos convenga, será más fácil. Además, un solo cambio influencia a todo lo demás, lo que significa que podemos empezar por cualquier parte... Una vez comenzado el proceso de cambio, si nos mantenemos en él, nos convertimos en personas cada vez más capaces de estar en contacto con los demás. En un contacto real, creativo y amoroso. Ante todo, sinceridad Para poder comunicarnos con alguien, el primer logro es llegar a ser sinceros con los propios sentimientos. A esta capacidad de ser sincero emocionalmente la llamo congruencia. Cuando las personas no se sienten congruentes en sus relaciones, se llega a una serie de juegos de poder y «operaciones de ganancia-perdida». Pienso que el poder es como la energía, algo que se puede usar, canalizar y dirigir hacia fines destructivos o constructivos. En mi opinión, podemos utilizare! poder para obtener libertad. He descubierto cinco libertades:
La libertad de ver y escuchar lo que realmente ocurre, en lugar de lo que debería ser, fue o será.
La libertad de decir lo que uno siente o piensa, en lugar de lo que uno debería sentir y pensar.
La libertad de sentir lo que uno siente, en lugar de lo que uno debería sentir.
La libertad de pedir lo que uno quiere, en lugar de esperar el permiso para hacerlo.
La libertad de correr riesgos por nuestra cuenta, en lugar de no arriesgarse y preferir «lo seguro». Poder y relación Considero que vivir estas cinco libertades es el mejor uso que se puede dar al poder personal. Somos congruentes cuando al establecer una relación nos responsabilizamos de lo que sale de nosotros. Si actuamos como si la otra persona fuera la responsable, estamos dejando nuestro poder en las manos de esa otra persona. «Tú me haces posible la vida» es equivalente en cuanto a uso del poder a «Tú eres responsable de mi muerte». La primera frase suena positiva y la segunda negativa, pero significa lo mismo: «Te he dado mi poder». En este caso una persona está «arriba» y la otra «abajo» y, por lo tanto, no puede existir una relación verdadera. Todos necesitamos el poder y todos lo tenemos, aunque es probable que no lo reconozcamos. Pero la pregunta clave es: ¿cómo utilizo ese poder? ¿Lo ejerzo infraualorándome, es decir, complaciendo siempre a la gente para que al menos se me permita vivir? ¿Por medio de la agresividad, forzando a los demás a que me obedezcan, para sentirme seguro al menos por el momento? ¿Siendo ^razonable», en exceso, o sea, asfixiando a la gente con palabras y aburriéndola con explicaciones interminables que no muestran ningún sentimiento? ¿Siendo irónico, llamando la atención con acciones incoherentes, para despistar a la gente? ¿Siendo congruente para que los demás sepan que se puede confiar en mí, pues soy claro? Creo que las personas que utilizan formas de comunicación incongruentes las aprendieron en la infancia. Son las mejores formas de sobrevivir que conocen, por lo que merecen mi respeto. Además, muchas personas no prestan atención a lo que ellos mismos dicen, y por tanto no son conscientes de que se infravaloran o recurren a la agresión, la palabrería o la ironía. Y la mayoría de ellas no quieren dejar estas formas pese a darse cuenta de que las usan. El resultado es que muchas personas se sienten, por diferentes razones, solas y rechazadas, incapaces de ser amadas y apreciadas. Utilizan formas ineficaces de relación en su esfuerzo por conseguir auto-estimación. Formas que les mantienen con vida, pero no «vivos». Algunos consejos Si existiera una guía para conseguir relacionarnos con los demás, podría contener estas sugerencias:
En primer lugar, invita a la otra persona a que entre en contacto contigo: «Tengo algo que decirte, ¿podrías prestarme atención?, «Me gustaría hablar contigo», «¿Tienes un rato libre? necesito compartir algo contigo».
Adopta una postura física tal que os permita estar frente a frente, con los brazos sueltos.
Prepárate para correr riesgos cuando muestres lo que sientes en tu interior.
Emplea frases en primera persona: «Estoy enfadado» en lugar de «Tú me haces enfadar»; «Estoy preocupado» en vez de «Tú me preocupas». En resumen, asume la responsabilidad de lo que dices y de lo que sientes en el momento.
Pregunta para obtener la información que te falta.
Considera las dificultades que se presenten como oportunidades de crear algo nuevo en lugar de pensar que son el principio de una nueva desgracia. Las personas podemos aprender y crear a partir de una dificultad.
Y quizá te sea útil recordar este último pensamiento: «Los humanos nos conocemos sobre las bases de nuestra semejanza y crecemos sobre las bases de nuestras diferencias».
martes, 6 de marzo de 2007
violencia en la escuela
Cuando yo era pequeño sufría acoso escolar. Lo que pasa es que entonces no se llamaba así. Había profesores que me pegaban, había alumnos que me pegaban, había un cura que me pegaba... y cuando llegaba a casa a veces también mi madre me pegaba. Pero nunca me pasó nada. Fui un niño normal, un estudiante normal y después, curisamente, un psicólogo interesado en los procesos sociales que nos rodean. Ahora está de moda esto del acoso escolar, de la violencia escolar, de... no sé, algún nombre más hay, sí, uno en inglés (admiro a Lázaro Carreter, que criticaba el uso de términos ingleses cuando tenemos más palabras en castellano). Bueno, el caso es que aparecen de vez en cuando noticias en los medios relacionadas con este tema. A mí siempre me ha parecido que no es para tanto, y que nosotros también sufrimos ese supuesto acosos en la escuela y aquí estamos. No es una opinión realmente, porque me he documentado. Recientemente he formado parte del estudio sobre la educación en Extremadura (Debate Educativo) liderado por Artemio Baigorri, que se ha hecho en los centros de infantil y primaria. Ya el año pasado lo hicimos en los centros de secundaria. Investigaciones serias que ponen sobre la mesa muchos datos sobre nuestra educación, pero que apenas muestran signos de ese posible acoso. Cito también el informe del Defensor del Pueblo sobre el tema, y algunos estudios, como el que acabo de leer de la Universidad de Salamanca. Pongo los enlances para quien esté interesado en el tema y no piense que la escuela es el infierno y se va a acabar el mundo. Al fin y al cabo, como decía Camilo J. Cela "si cada generación no fuera mejor que la anterior, el mundo no avanzaría nunca, y lo hace".
Vivir de la alarma social: http://oscyla.usal.es/contadorpapers/publicaciones.php
Informe del Defensor del Pueblo y otros:
http://www.el-refugioesjo.net/
Debate Educativo en Extremadura
http://www.educarex.es/debateeducacion/primaria/?a=20
Vivir de la alarma social: http://oscyla.usal.es/contadorpapers/publicaciones.php
Informe del Defensor del Pueblo y otros:
http://www.el-refugioesjo.net/
Debate Educativo en Extremadura
http://www.educarex.es/debateeducacion/primaria/?a=20
lunes, 5 de marzo de 2007
seguimos creciendo
Se acaban de unir China, Portugal, Brasil y Polonia. Bienvenidos. Esto empieza a mosquearme ¿alguno de mis amigos tiene un amigo en China? Que pequeño es este mundo...
hipnosis
La hipnosis es una eficaz herramienta para los psicólogos que no se utiliza más por dos razones. Una, porque no se sabe utilizarla, y otra, porque para mucha gente provoca desconfianza. Como a mí me gusta, procuraré traer por aquí de vez en cuando cosas de hipnosis. Hoy un artículo clásico de Jay Haley, uno de los mejores psicólogos de la historia que aún hoy sigue aportando cosas. Con él les dejo.
El proceso hipnótico, un artículo clásico de Jay Haley
En la literatura sobre hipnosis se define la sugestión diciendo que es la presentación de una idea, como si fuera algo aislado y desprovisto de todo lazo con la relación entre las dos personas. En realidad el acto de efectuar una sugestión y el de responder a ella constituyen un proceso que está ocurriendo entre dos personas y que no se detiene ahí. Más que de un solo mensaje se trata de una clase de mensajes y en este contexto definiremos la sugestión como una maniobra en la que se emplean aquella clase de mensajes que dejan establecido el tipo de relación que existe entre la persona que ofrece la sugestión y la que responde a ella. Una persona sugestionable es la que acepta de buen grado las implicaciones interpersonales que se desprenden de hacer lo que se le pide. Es posible obedecer las sugestiones sin desearlo, como también lo es no obedecerlas en absoluto, pero toda persona que las obedece voluntariamente acepta la relación complementaria con quien le pide que lo haga. La interacción hipnótica tiene varias características cruciales que la diferencian de otros tipos de relación. 1. Hay ciertas clases de mensajes que, intercambiados entre dos personas, establecen el tipo de relación que éstas mantienen. La relación hipnótica consiste enteramente en el intercambio de esta clase de mensajes. El hipnotizador se dirige al sujeto para decirle cómo ha de obrar con las sugestiones que le da y hacerle comentarios sobre su conducta; entre ellos está ausente todo otro tipo de mensajes. 2. Cuando el hipnotizador explica al sujeto lo que ha de hacer, está a la vez definiendo la relación como complementaria. El sujeto tiene que aceptar esta definición haciendo lo que se le pide o, en caso contrario, tiene que responder de forma tal que defina la relación como simétrica. Algunos sujetos son resistentes y aun todos ellos ofrecen cierto grado de resistencia. El problema central de, la inducción hipnótica es vencer esta resistencia del sujeto. Hablando en términos de comunicación, la resistencia consiste en contramaniobras realizadas por el sujeto para definir la relación como simétrica. Nadie acepta inmediata y completamente la posición secundaria en una relación complementaria. El hipnotizador ha de estimular o forzar la relación complementaria respondiendo a las contramaniobras del sujeto. Así como en las relaciones ordinarias ambas personas pueden iniciar maniobras simétricas o complementarias o responder con ellas, en la relación hipnótica el hipnotizador se concentra por entero en iniciar maniobras complementarias e influir al sujeto para que responda de acuerdo con tal definición de la relación. Cuando el sujeto está despierto o mientras las dos personas maniobran diferentemente, el hipnotizador puede comportarse simétricamente con aquél, pero durante la relación hipnótica se dedica por completo a definir la relación como complementaria. Cuando se enfrenta con ciertos tipos especiales de resistencia, el hipnotizador puede colocarse explícitamente en una posición secundaria respecto al sujeto a la par que, implícitamente, controla la relación en un nivel metacomplementario. Así, si el sujeto insiste en definir la relación como simétrica, el hipnotizador puede aparentar que deja el control de la relación al sujeto diciéndole que su única finalidad es conducir al sujeto al trance y adaptarse a sus deseos. Una vez se ha colocado a sí mismo secundariamente en el marco de una relación complementaria, procede a dar sugestiones al sujeto y espera que éste las siga, con lo que define la relación como complementaria y se coloca en posición superior. Siempre que el hipnotizador se conduce de forma simétrica secundaria es para hacerse cargo del control en un nivel metacomplementario. 3. Cuando un sujeto acepta la relación complementaria, lo haga a gusto o no, resulta posible que interprete erróneamente los mensajes del ambiente, de otra persona o de su propio interior. Esta afirmación no es más que una conjetura, puesto que se refiere a los procesos interiores del individuo, pero la conducta comunicativa del sujeto la hace bastante verosímil. Cuando el hipnotizador sugiere una alucinación, el sujeto da una interpretación falsa a los mensajes del ambiente que contradicen la imagen alucinatoria. Lo mismo ocurre con las sensaciones corporales, las emociones y la memoria. Cuanto más incapaz es el sujeto de llevar la contraria a las maniobras metacomplementarias del hipnotizador, más manifestaciones de trance es capaz de experimentar. Para describir su conducta desde un punto de vista interaccional es necesario considerar antes cuáles son las pruebas de que existe una conducta involuntaria. Lo involuntario en términos de conducta El intento de enfocar con rigor la investigación de la hipnosis nos obliga a ocuparnos en la conducta observable más que en conjeturas sobre los procesos internos del sujeto. La afirmación de que el sujeto en trance experimenta fenómenos involuntarios no es verificable. No podemos saber si el sujeto está experimentando o no una alucinación, una sensación corporal o una emoción. Por ejemplo, cuando el brazo de un sujeto empieza a levantarse, podríamos decir que es un fenómeno involuntario y, por lo tanto, una manifestación del trance. Como sujetos de hipnosis podemos experimentar nosotros mismos la levitación de la mano y sentir que ésta es ajena a nuestra voluntad; no obstante, como investigadores del fenómeno hipnótico no nos es dado basamos en nuestras experiencias subjetivas. Lo ideal sería que pudiéramos describir los procesos de inducción del trance y los fenómenos del mismo mientras observamos en un film la interacción entre hipnotizador y sujeto. Limitados a la observación del film, no nos es posible apreciar actividades involuntarias del sujeto, sino tan sólo un tipo de conducta que suponemos involuntario. El problema consiste en describir la conducta comunicativa del sujeto en el momento en que, por deducción, creemos que está experimentando un fenómeno involuntario en situación de trance. Para describir la conducta comunicativa hay que tener en cuenta el hecho de que la gente no sólo comunica un mensaje, sino que lo califica o etiqueta para indicar cómo tiene que ser recibido. Un mensaje puede ser calificado por otro que lo afirma o también por otro que lo niega. Así, es posible que una persona que pisa a otra califique este mensaje con una expresión cínica que indica que lo está haciendo a propósito, como también puede dar a entender con su expresión que no se había dado cuenta de que lo estaba haciendo. Los mensajes que califican a otro mensaje pueden, pues, afirmarlo y ser congruentes con él o negarlo y ser incongruentes. Cuando observamos en un film la interacción de dos personas y suponemos que una de ellas hace algo involuntariamente, nos basamos para llegar a esta conclusión en la forma en que dicha persona califica lo que hace. Si vemos a un sujeto en trance alzar el brazo y le oímos decir "pero si se me está levantando el brazo", suponemos que el fenómeno es involuntario. Tal suposición se basa en que el sujeto está haciendo algo y a la vez negando que lo hace él. Esta negación puede ser un comentario verbal, una expresión de sorpresa, la misma forma de levantar la mano, los comentarios que el sujeto haga una vez despierto, etc. También es posible que diga "pero si se me está levantando el brazo", negando así que es él quien lo levanta, pero que su tono de voz sea insincero, con lo que califica la levitación del brazo con dos comentarios contradictorios: "no lo hago yo" y "lo hago yo". Al observar esta incongruencia entre su tono de voz y su afirmación concluimos que el sujeto simula la levitación del brazo y que ésta no es realmente involuntaria. Nuestra conclusión se basa en el hecho de que son evidentes dos incongruencias en la forma de calificar sus mensajes: a) levanta el brazo y dice que no lo hace. y b) esto último lo dice en un tono de voz que indica lo contrario. Si el sujeto expresara su asombro por levantar el brazo mediante las palabras, el tono de voz y la comunicación postural, de modo que todos sus mensajes apoyaran congruentemente la negativa de ser él quien lo levanta, diríamos que se trata realmente de un movimiento involuntario. Aparte del hecho de que descubrimos la simulación de la conducta hipnótica observando dos incongruencias en la forma en que el sujeto califica alguna actividad, parece claro que la finalidad de la inducción hipnótica es, desde el punto de vista de la conducta, persuadir al sujeto para que niegue de lleno y completamente que es él quien está realizando la actividad sugerida. Esto es, el hipnotizador impulsa al sujeto a que califique su conducta con mensajes congruentes entre sí y que, en su totalidad, nieguen que esté haciendo lo que hace. Cuando el sujeto se comporta de esta forma, el observador dice que aquél está experimentando un fenómeno involuntario. Supongamos, como ejemplo ilustrativo, que un hipnotizador desea inducir una alucinación en el sujeto. Tras una serie de técnicas interaccionales que van desde la levitación de la mano hasta la demanda de actos involuntarios, el hipnotizador sugiere al sujeto que mire a una pared desnuda y vea en ella un dibujo representando un elefante. Puede hacerlo bruscamente o sugerirle que vaya viendo como aparece el dibujo y forzarle después a que reconozca que el dibujo está allí. El sujeto podrá responder de varias formas. Tal vez mire a la pared y diga: "No hay ningún dibujo" o "Sí, veo el dibujo", pero calificando esta afirmación de un modo, quizá mediante su tono de voz, que la niega e indica que sólo lo ve para complacer al hipnotizador. También puede decir que el dibujo está en la pared y calificar congruentemente tal afirmación con su tono de voz, su postura y un comentario del tipo de: "Naturalmente que hay un dibujo, ¿y qué?" o "A nuestra patrona siempre le han gustado los elefantes". Este último tipo de conducta se considera un signo de trance. Es característico del estado de trance que el sujeto haga una aseveración que es incongruente con alguna otra o la niega, pero que es calificada congruentemente por todas las demás. El sujeto en trance describe un dibujo en una pared desnuda, afirmando así algo incongruente con el contexto, y apoya su afirmación con otros mensajes verbales, con su tono de voz y sus movimientos. Veamos otro ejemplo: el sujeto levanta la mano durante un ejercicio de levitación e indica que no es él quien la levanta. Esta aseveración, que es incongruente con el acto de levantar la mano, es apoyada por la forma en que lo dice. El sujeto que experimenta una anestesia responde pasivamente al pinchazo de un alfiler, respuesta por tanto incongruente, y afirma su respuesta con palabras y tono de voz congruentes con la misma. Esta única incongruencia de un sujeto en trance permite diferenciarla de la del sujeto despierto. La persona normal puede manifestar incongruencias en su discurso cuando comunica mensajes múltiples y también es posible que todos sus mensajes sean congruentes y se afirmen entre sí. La incongruencia aislada es característica de la conducta del trance. Aun cuando se asignen simultáneamente varias tareas hipnóticas a un sujeto en trance, cada una de ellas se caracteriza por una sola incongruencia. La incongruencia única del trance tiene otra característica que la diferencia de las incongruencias de la comunicación normal. Aquélla consiste en que el sujeto niega que esté respondiendo al hipnotizador. El sujeto hace lo que el hipnotizador le sugiere y a la vez niega que lo esté haciendo. Cuando levanta la mano, califica este acto con una negación de que lo hace él. Con ello indica que está simplemente relatando algo que ocurre y no califica la levitación como respuesta al hipnotizador, aun cuando en ese momento el hipnotizador esté sugiriendo que la mano se levanta. Si el sujeto actuara como una persona despierta y levantara la mano indicando a la vez que lo hace, reconocería la levitación como un mensaje dirigido al hipnotizador. En cambio, calificando este acto con una negativa de que sea él quien lo hace, manifiesta una incongruencia que indica que se limita a relatar el hecho. Del mismo modo el sujeto refiere simplemente la presencia del dibujo en la pared en vez de indicar que el hecho de verlo allí es un mensaje al hipnotizador. Para formalizar la conducta del sujeto en trance cabe decir que toda conducta comunicativa ofrecida por un individuo a otro puede describirse en función de cuatro elementos: la persona que envía el mensaje, el propio mensaje, la persona que lo recibe y el contexto en que se efectúa la comunicación. En otras palabras, todo mensaje puede transportarse a esta aseveración: "Yo (a) le comunico algo (b) a usted (c) en esta situación" (d) Puesto que la conducta comunicativa está siempre calificada, cada elemento de este mensaje será calificado por una afirmación o negación. En el trance hipnótico el sujeto niega estos elementos y no los afirma. Enumeremos brevemente las negaciones propias de la conducta durante el trance. a) El hipnotizador, siempre que solicita del sujeto una respuesta involuntaria, le pide que niegue que es él quien responde o comunica algo. El primer elemento de la frase antes citada ("Yo comunico algo") es calificado con una negación y pasa por lo tanto a tener el valor de "algo está sucediendo". b) El hipnotizador no sólo pide al sujeto que niegue que él está enviando un mensaje, tal como la levitación de la mano, sino que también puede pedirle que niegue que algo sucede o es comunicado. El sujeto aparentará no darse cuenta de que su mano se eleva y calificará así este hecho con una negación de que suceda. También es posible que efectúe una negación similar por medio de la amnesia. El sujeto niega la comunicación cuando califica su conducta con una negación de que ésta haya ocurrido. Puede decir "mi mano no se ha levantado" en vez de "yo no he levantado la mano" y manifestar por tanto una incongruencia entre su afirmación y su movimiento. Cuando el tono de voz y el movimiento corporal de un sujeto son congruentes con la afirmación de que no recuerda algo o con la falta de comunicación de alguna actividad realizada durante el trance, los observadores dicen que sufre una amnesia. c) También puede suceder que el sujeto niegue los elementos finales del mensaje fundamental esquemático. Es posible que indique que lo que hace no constituye una comunicación dirigida al hipnotizador en esta situación, valiéndose de calificaciones que presentan al hipnotizador como si se tratara de otra persona y a la situación como si fuera también otra. Desde el punto de vista de la conducta, la regresión hipnótica es manifestada por el sujeto calificando sus afirmaciones en el sentido de que no van dirigidas al hipnotizador, sino a otra persona (después de todo, si el sujeto se halla en regresión no ha conocido todavía al hipnotizador), quizá un maestro, y que no se refieren a la situación actual, sino a una vivencia escolar pasada. Cuando toda su conducta comunicativa es congruente con una de estas calificaciones incongruentes, el observador supone que el sujeto está experimentando una regresión. En resumen, el sujeto en trance, al igual que la persona despierta, exhibe una conducta hacia otra persona que cabe describir según el modelo "yo le comunico algo a usted en esta situación". El sujeto en trance califica incongruentemente uno o todos los elementos de esta frase, de modo que la cambia por la de "algo está sucediendo", "nada ha sucedido" o "estoy en comunicación con otra persona en algún otro lugar y tiempo". Él problema que plantea la inducción hipnótica es: ¿cómo influye una persona sobre otra para que manifieste una incongruencia aislada en su conducta comunicativa, de modo que niegue que está comunicando algo, que ha sucedido algo comunicable o que se lo comunica al hipnotizador y en esta situación? Más simplemente, ¿cómo se influye sobre una persona para que haga lo que se le pide y a la vez niegue que está haciendo algo?
El proceso hipnótico, un artículo clásico de Jay Haley
En la literatura sobre hipnosis se define la sugestión diciendo que es la presentación de una idea, como si fuera algo aislado y desprovisto de todo lazo con la relación entre las dos personas. En realidad el acto de efectuar una sugestión y el de responder a ella constituyen un proceso que está ocurriendo entre dos personas y que no se detiene ahí. Más que de un solo mensaje se trata de una clase de mensajes y en este contexto definiremos la sugestión como una maniobra en la que se emplean aquella clase de mensajes que dejan establecido el tipo de relación que existe entre la persona que ofrece la sugestión y la que responde a ella. Una persona sugestionable es la que acepta de buen grado las implicaciones interpersonales que se desprenden de hacer lo que se le pide. Es posible obedecer las sugestiones sin desearlo, como también lo es no obedecerlas en absoluto, pero toda persona que las obedece voluntariamente acepta la relación complementaria con quien le pide que lo haga. La interacción hipnótica tiene varias características cruciales que la diferencian de otros tipos de relación. 1. Hay ciertas clases de mensajes que, intercambiados entre dos personas, establecen el tipo de relación que éstas mantienen. La relación hipnótica consiste enteramente en el intercambio de esta clase de mensajes. El hipnotizador se dirige al sujeto para decirle cómo ha de obrar con las sugestiones que le da y hacerle comentarios sobre su conducta; entre ellos está ausente todo otro tipo de mensajes. 2. Cuando el hipnotizador explica al sujeto lo que ha de hacer, está a la vez definiendo la relación como complementaria. El sujeto tiene que aceptar esta definición haciendo lo que se le pide o, en caso contrario, tiene que responder de forma tal que defina la relación como simétrica. Algunos sujetos son resistentes y aun todos ellos ofrecen cierto grado de resistencia. El problema central de, la inducción hipnótica es vencer esta resistencia del sujeto. Hablando en términos de comunicación, la resistencia consiste en contramaniobras realizadas por el sujeto para definir la relación como simétrica. Nadie acepta inmediata y completamente la posición secundaria en una relación complementaria. El hipnotizador ha de estimular o forzar la relación complementaria respondiendo a las contramaniobras del sujeto. Así como en las relaciones ordinarias ambas personas pueden iniciar maniobras simétricas o complementarias o responder con ellas, en la relación hipnótica el hipnotizador se concentra por entero en iniciar maniobras complementarias e influir al sujeto para que responda de acuerdo con tal definición de la relación. Cuando el sujeto está despierto o mientras las dos personas maniobran diferentemente, el hipnotizador puede comportarse simétricamente con aquél, pero durante la relación hipnótica se dedica por completo a definir la relación como complementaria. Cuando se enfrenta con ciertos tipos especiales de resistencia, el hipnotizador puede colocarse explícitamente en una posición secundaria respecto al sujeto a la par que, implícitamente, controla la relación en un nivel metacomplementario. Así, si el sujeto insiste en definir la relación como simétrica, el hipnotizador puede aparentar que deja el control de la relación al sujeto diciéndole que su única finalidad es conducir al sujeto al trance y adaptarse a sus deseos. Una vez se ha colocado a sí mismo secundariamente en el marco de una relación complementaria, procede a dar sugestiones al sujeto y espera que éste las siga, con lo que define la relación como complementaria y se coloca en posición superior. Siempre que el hipnotizador se conduce de forma simétrica secundaria es para hacerse cargo del control en un nivel metacomplementario. 3. Cuando un sujeto acepta la relación complementaria, lo haga a gusto o no, resulta posible que interprete erróneamente los mensajes del ambiente, de otra persona o de su propio interior. Esta afirmación no es más que una conjetura, puesto que se refiere a los procesos interiores del individuo, pero la conducta comunicativa del sujeto la hace bastante verosímil. Cuando el hipnotizador sugiere una alucinación, el sujeto da una interpretación falsa a los mensajes del ambiente que contradicen la imagen alucinatoria. Lo mismo ocurre con las sensaciones corporales, las emociones y la memoria. Cuanto más incapaz es el sujeto de llevar la contraria a las maniobras metacomplementarias del hipnotizador, más manifestaciones de trance es capaz de experimentar. Para describir su conducta desde un punto de vista interaccional es necesario considerar antes cuáles son las pruebas de que existe una conducta involuntaria. Lo involuntario en términos de conducta El intento de enfocar con rigor la investigación de la hipnosis nos obliga a ocuparnos en la conducta observable más que en conjeturas sobre los procesos internos del sujeto. La afirmación de que el sujeto en trance experimenta fenómenos involuntarios no es verificable. No podemos saber si el sujeto está experimentando o no una alucinación, una sensación corporal o una emoción. Por ejemplo, cuando el brazo de un sujeto empieza a levantarse, podríamos decir que es un fenómeno involuntario y, por lo tanto, una manifestación del trance. Como sujetos de hipnosis podemos experimentar nosotros mismos la levitación de la mano y sentir que ésta es ajena a nuestra voluntad; no obstante, como investigadores del fenómeno hipnótico no nos es dado basamos en nuestras experiencias subjetivas. Lo ideal sería que pudiéramos describir los procesos de inducción del trance y los fenómenos del mismo mientras observamos en un film la interacción entre hipnotizador y sujeto. Limitados a la observación del film, no nos es posible apreciar actividades involuntarias del sujeto, sino tan sólo un tipo de conducta que suponemos involuntario. El problema consiste en describir la conducta comunicativa del sujeto en el momento en que, por deducción, creemos que está experimentando un fenómeno involuntario en situación de trance. Para describir la conducta comunicativa hay que tener en cuenta el hecho de que la gente no sólo comunica un mensaje, sino que lo califica o etiqueta para indicar cómo tiene que ser recibido. Un mensaje puede ser calificado por otro que lo afirma o también por otro que lo niega. Así, es posible que una persona que pisa a otra califique este mensaje con una expresión cínica que indica que lo está haciendo a propósito, como también puede dar a entender con su expresión que no se había dado cuenta de que lo estaba haciendo. Los mensajes que califican a otro mensaje pueden, pues, afirmarlo y ser congruentes con él o negarlo y ser incongruentes. Cuando observamos en un film la interacción de dos personas y suponemos que una de ellas hace algo involuntariamente, nos basamos para llegar a esta conclusión en la forma en que dicha persona califica lo que hace. Si vemos a un sujeto en trance alzar el brazo y le oímos decir "pero si se me está levantando el brazo", suponemos que el fenómeno es involuntario. Tal suposición se basa en que el sujeto está haciendo algo y a la vez negando que lo hace él. Esta negación puede ser un comentario verbal, una expresión de sorpresa, la misma forma de levantar la mano, los comentarios que el sujeto haga una vez despierto, etc. También es posible que diga "pero si se me está levantando el brazo", negando así que es él quien lo levanta, pero que su tono de voz sea insincero, con lo que califica la levitación del brazo con dos comentarios contradictorios: "no lo hago yo" y "lo hago yo". Al observar esta incongruencia entre su tono de voz y su afirmación concluimos que el sujeto simula la levitación del brazo y que ésta no es realmente involuntaria. Nuestra conclusión se basa en el hecho de que son evidentes dos incongruencias en la forma de calificar sus mensajes: a) levanta el brazo y dice que no lo hace. y b) esto último lo dice en un tono de voz que indica lo contrario. Si el sujeto expresara su asombro por levantar el brazo mediante las palabras, el tono de voz y la comunicación postural, de modo que todos sus mensajes apoyaran congruentemente la negativa de ser él quien lo levanta, diríamos que se trata realmente de un movimiento involuntario. Aparte del hecho de que descubrimos la simulación de la conducta hipnótica observando dos incongruencias en la forma en que el sujeto califica alguna actividad, parece claro que la finalidad de la inducción hipnótica es, desde el punto de vista de la conducta, persuadir al sujeto para que niegue de lleno y completamente que es él quien está realizando la actividad sugerida. Esto es, el hipnotizador impulsa al sujeto a que califique su conducta con mensajes congruentes entre sí y que, en su totalidad, nieguen que esté haciendo lo que hace. Cuando el sujeto se comporta de esta forma, el observador dice que aquél está experimentando un fenómeno involuntario. Supongamos, como ejemplo ilustrativo, que un hipnotizador desea inducir una alucinación en el sujeto. Tras una serie de técnicas interaccionales que van desde la levitación de la mano hasta la demanda de actos involuntarios, el hipnotizador sugiere al sujeto que mire a una pared desnuda y vea en ella un dibujo representando un elefante. Puede hacerlo bruscamente o sugerirle que vaya viendo como aparece el dibujo y forzarle después a que reconozca que el dibujo está allí. El sujeto podrá responder de varias formas. Tal vez mire a la pared y diga: "No hay ningún dibujo" o "Sí, veo el dibujo", pero calificando esta afirmación de un modo, quizá mediante su tono de voz, que la niega e indica que sólo lo ve para complacer al hipnotizador. También puede decir que el dibujo está en la pared y calificar congruentemente tal afirmación con su tono de voz, su postura y un comentario del tipo de: "Naturalmente que hay un dibujo, ¿y qué?" o "A nuestra patrona siempre le han gustado los elefantes". Este último tipo de conducta se considera un signo de trance. Es característico del estado de trance que el sujeto haga una aseveración que es incongruente con alguna otra o la niega, pero que es calificada congruentemente por todas las demás. El sujeto en trance describe un dibujo en una pared desnuda, afirmando así algo incongruente con el contexto, y apoya su afirmación con otros mensajes verbales, con su tono de voz y sus movimientos. Veamos otro ejemplo: el sujeto levanta la mano durante un ejercicio de levitación e indica que no es él quien la levanta. Esta aseveración, que es incongruente con el acto de levantar la mano, es apoyada por la forma en que lo dice. El sujeto que experimenta una anestesia responde pasivamente al pinchazo de un alfiler, respuesta por tanto incongruente, y afirma su respuesta con palabras y tono de voz congruentes con la misma. Esta única incongruencia de un sujeto en trance permite diferenciarla de la del sujeto despierto. La persona normal puede manifestar incongruencias en su discurso cuando comunica mensajes múltiples y también es posible que todos sus mensajes sean congruentes y se afirmen entre sí. La incongruencia aislada es característica de la conducta del trance. Aun cuando se asignen simultáneamente varias tareas hipnóticas a un sujeto en trance, cada una de ellas se caracteriza por una sola incongruencia. La incongruencia única del trance tiene otra característica que la diferencia de las incongruencias de la comunicación normal. Aquélla consiste en que el sujeto niega que esté respondiendo al hipnotizador. El sujeto hace lo que el hipnotizador le sugiere y a la vez niega que lo esté haciendo. Cuando levanta la mano, califica este acto con una negación de que lo hace él. Con ello indica que está simplemente relatando algo que ocurre y no califica la levitación como respuesta al hipnotizador, aun cuando en ese momento el hipnotizador esté sugiriendo que la mano se levanta. Si el sujeto actuara como una persona despierta y levantara la mano indicando a la vez que lo hace, reconocería la levitación como un mensaje dirigido al hipnotizador. En cambio, calificando este acto con una negativa de que sea él quien lo hace, manifiesta una incongruencia que indica que se limita a relatar el hecho. Del mismo modo el sujeto refiere simplemente la presencia del dibujo en la pared en vez de indicar que el hecho de verlo allí es un mensaje al hipnotizador. Para formalizar la conducta del sujeto en trance cabe decir que toda conducta comunicativa ofrecida por un individuo a otro puede describirse en función de cuatro elementos: la persona que envía el mensaje, el propio mensaje, la persona que lo recibe y el contexto en que se efectúa la comunicación. En otras palabras, todo mensaje puede transportarse a esta aseveración: "Yo (a) le comunico algo (b) a usted (c) en esta situación" (d) Puesto que la conducta comunicativa está siempre calificada, cada elemento de este mensaje será calificado por una afirmación o negación. En el trance hipnótico el sujeto niega estos elementos y no los afirma. Enumeremos brevemente las negaciones propias de la conducta durante el trance. a) El hipnotizador, siempre que solicita del sujeto una respuesta involuntaria, le pide que niegue que es él quien responde o comunica algo. El primer elemento de la frase antes citada ("Yo comunico algo") es calificado con una negación y pasa por lo tanto a tener el valor de "algo está sucediendo". b) El hipnotizador no sólo pide al sujeto que niegue que él está enviando un mensaje, tal como la levitación de la mano, sino que también puede pedirle que niegue que algo sucede o es comunicado. El sujeto aparentará no darse cuenta de que su mano se eleva y calificará así este hecho con una negación de que suceda. También es posible que efectúe una negación similar por medio de la amnesia. El sujeto niega la comunicación cuando califica su conducta con una negación de que ésta haya ocurrido. Puede decir "mi mano no se ha levantado" en vez de "yo no he levantado la mano" y manifestar por tanto una incongruencia entre su afirmación y su movimiento. Cuando el tono de voz y el movimiento corporal de un sujeto son congruentes con la afirmación de que no recuerda algo o con la falta de comunicación de alguna actividad realizada durante el trance, los observadores dicen que sufre una amnesia. c) También puede suceder que el sujeto niegue los elementos finales del mensaje fundamental esquemático. Es posible que indique que lo que hace no constituye una comunicación dirigida al hipnotizador en esta situación, valiéndose de calificaciones que presentan al hipnotizador como si se tratara de otra persona y a la situación como si fuera también otra. Desde el punto de vista de la conducta, la regresión hipnótica es manifestada por el sujeto calificando sus afirmaciones en el sentido de que no van dirigidas al hipnotizador, sino a otra persona (después de todo, si el sujeto se halla en regresión no ha conocido todavía al hipnotizador), quizá un maestro, y que no se refieren a la situación actual, sino a una vivencia escolar pasada. Cuando toda su conducta comunicativa es congruente con una de estas calificaciones incongruentes, el observador supone que el sujeto está experimentando una regresión. En resumen, el sujeto en trance, al igual que la persona despierta, exhibe una conducta hacia otra persona que cabe describir según el modelo "yo le comunico algo a usted en esta situación". El sujeto en trance califica incongruentemente uno o todos los elementos de esta frase, de modo que la cambia por la de "algo está sucediendo", "nada ha sucedido" o "estoy en comunicación con otra persona en algún otro lugar y tiempo". Él problema que plantea la inducción hipnótica es: ¿cómo influye una persona sobre otra para que manifieste una incongruencia aislada en su conducta comunicativa, de modo que niegue que está comunicando algo, que ha sucedido algo comunicable o que se lo comunica al hipnotizador y en esta situación? Más simplemente, ¿cómo se influye sobre una persona para que haga lo que se le pide y a la vez niegue que está haciendo algo?
8 de marzo
Comencemos algunas reflexiones en torno al día internacional de la mujer. Ahí va la primera.
La tesis doctoral "Análisis psicosocial del poder en las relaciones de género", realizada por Elena Morales Marente, y dirigida por los profesores Miguel C. Moya Morales y Rosa Rodríguez Bailón (Universidad de Granada), ha sido galardonada con el premio del Centro de Estudios Andaluces a la mejor tesis doctoral del año 2006. En este trabajo, la propia autora recoge algunas de las principales conclusiones extraídas de su trabajo de investigación.
En la tesis doctoral "Análisis psicosocial del poder en las relaciones de género" se analizan las desigualdades de poder en las relaciones de pareja heterosexuales, utilizando como marco teórico el Modelo de Poder de Género (Pratto y Walker, 2004). Este modelo considera que la desigualdad de género está basada en cuatro grandes bases: a) la fuerza o violencia –tanto de tipo físico como psicológico- (la amenaza con la violencia puede inducir a que otros obedezcan a nuestras demandas); b) el control de los recursos (poder económico o control de los recursos básicos); c) las obligaciones sociales (en una relación, la parte que tiene más obligaciones sociales está en una situación de inferioridad en cuanto al poder); d) la ideología (conjunto de creencias que justifican la desigualdad o las diferencias de poder).
El modelo predice una relación dinámica entre las diferentes bases de poder, así como que cada una de ellas podrá emplearse como una forma de obtener poder en las demás. Además, el modelo sugiere que las innumerables obligaciones sociales que tienen las mujeres en relación con sus parejas y familiares (cuidado de su salud, educación, responsabilidades en el hogar, etc.) constituyen una de las claves a la hora de explicar la inferioridad en cuanto al poder (de recursos, fuerza e ideología) que ostentan dentro de la relación de pareja.
Las posibilidades que brinda este modelo de analizar la situación real que viven cotidianamente hombres y mujeres es especialmente importantes para el estudio de las desigualdades de género. En primer lugar, es obvia la diferencia entre hombres y mujeres respecto a la violencia o fuerza como base de poder. De hecho, algunos autores han señalado la violencia tanto física como psicológica del hombre hacia la mujer como la mayor fuente de desigualdad de género.
En segundo lugar, existe también diferencias en el control y acceso a los recursos de hombres y de mujeres desde las sociedades más tradicionales hasta la actualidad, que abarcan desde diferencias salariales hasta el tipo de ocupación desempeñado, pasando por la ocupación de puestos de alto status.
En tercer lugar, la asimetría en las obligaciones sociales de hombres y mujeres hace que la obligación de proveer cuidados constituya el rol femenino por excelencia, convirtiéndose en un arma de doble filo al limitar las posibilidades de las mujeres para acceder a otras bases de poder (recursos económicos, por ejemplo).
Por último, las ideologías imperantes en nuestra sociedad fomentan estas diferencias entre hombres y mujeres e impregnan las creencias y prácticas sociales, produciendo un efecto que perpetúa la jerarquía establecida.
En definitiva, consideramos que la perspectiva formulada por Pratto y Walker (2004) constituye un rico e interesante análisis de la relación entre género y poder al incluir variables y aspectos de las relaciones, tanto en el ámbito público como privado. Además, pensamos que la conjunción de estas diferentes bases de poder ayudaría a explicar la complejidad de las relaciones heterosexuales de pareja desde una perspectiva muy completa.
Como parte de la tesis, además de otros estudios, se realizó una investigación en la que analizamos la distribución de las bases de poder de género en un amplio grupo de matrimonios. En este estudio participaron 278 personas (139 parejas) heterosexuales, todas ellas residentes en Andalucía, cuya edad media es de 43 años. La mitad de la muestra estuvo formada por parejas en las que hombres y mujeres trabajaban fuera del hogar, mientras que en la otra mitad los hombres trabajaban fuera del hogar y las mujeres eran amas de casa, y no tenían un trabajo remunerado. De esta forma, se analizó si existía una distribución diferente de las bases de poder en función de la situación laboral de la mujer.
Nuestros resultados indican que existen diferencias entre hombres y mujeres en las cuatro bases estudiadas. Los hombres presentan una mayor ideología sexista, tienen más recursos económicos (incluso en las parejas en que ambos tenían un trabajo remunerado) y usan más fuerza física que las mujeres. Por el contrario, las mujeres realizan más obligaciones sociales que sus parejas (también incluso en las parejas en que ambos trabajan fuera de casa). Aunque las autoras del modelo señalan que habría que reducir las diferencias en estos cuatro parámetros para conseguir la igualdad, nuestros datos indican que los primeros pasos hacia el cambio podrían darse modificando la ideología y como consecuencia, la distribución de obligaciones sociales dentro de la pareja.
Además, los análisis realizados muestran que trabajar sobre la ideología de la mujer sería importante para el cambio, sin caer en el tópico de culpar a la mujer de ser responsable de la desigualdad que ella misma sufre. La mujer tiene mucha capacidad para influir en las bases de poder de su pareja, es decir: si ella cambia su ideología hacia una más igualitaria, podría incidir en la de su pareja, y así en el resto de bases. Por tanto, las principales implicaciones de nuestro trabajo serían trabajar sobre el reparto más equitativo de tareas domésticas y de cuidado, así como sobre las creencias y estereotipos que establecen y legitiman cuáles son los roles que hombres y mujeres debemos desempeñar (pensamientos del tipo "el hombre debe trabajar y la mujer no", "la educación de los hijos es tarea de la madre").
La tesis doctoral "Análisis psicosocial del poder en las relaciones de género", realizada por Elena Morales Marente, y dirigida por los profesores Miguel C. Moya Morales y Rosa Rodríguez Bailón (Universidad de Granada), ha sido galardonada con el premio del Centro de Estudios Andaluces a la mejor tesis doctoral del año 2006. En este trabajo, la propia autora recoge algunas de las principales conclusiones extraídas de su trabajo de investigación.
En la tesis doctoral "Análisis psicosocial del poder en las relaciones de género" se analizan las desigualdades de poder en las relaciones de pareja heterosexuales, utilizando como marco teórico el Modelo de Poder de Género (Pratto y Walker, 2004). Este modelo considera que la desigualdad de género está basada en cuatro grandes bases: a) la fuerza o violencia –tanto de tipo físico como psicológico- (la amenaza con la violencia puede inducir a que otros obedezcan a nuestras demandas); b) el control de los recursos (poder económico o control de los recursos básicos); c) las obligaciones sociales (en una relación, la parte que tiene más obligaciones sociales está en una situación de inferioridad en cuanto al poder); d) la ideología (conjunto de creencias que justifican la desigualdad o las diferencias de poder).
El modelo predice una relación dinámica entre las diferentes bases de poder, así como que cada una de ellas podrá emplearse como una forma de obtener poder en las demás. Además, el modelo sugiere que las innumerables obligaciones sociales que tienen las mujeres en relación con sus parejas y familiares (cuidado de su salud, educación, responsabilidades en el hogar, etc.) constituyen una de las claves a la hora de explicar la inferioridad en cuanto al poder (de recursos, fuerza e ideología) que ostentan dentro de la relación de pareja.
Las posibilidades que brinda este modelo de analizar la situación real que viven cotidianamente hombres y mujeres es especialmente importantes para el estudio de las desigualdades de género. En primer lugar, es obvia la diferencia entre hombres y mujeres respecto a la violencia o fuerza como base de poder. De hecho, algunos autores han señalado la violencia tanto física como psicológica del hombre hacia la mujer como la mayor fuente de desigualdad de género.
En segundo lugar, existe también diferencias en el control y acceso a los recursos de hombres y de mujeres desde las sociedades más tradicionales hasta la actualidad, que abarcan desde diferencias salariales hasta el tipo de ocupación desempeñado, pasando por la ocupación de puestos de alto status.
En tercer lugar, la asimetría en las obligaciones sociales de hombres y mujeres hace que la obligación de proveer cuidados constituya el rol femenino por excelencia, convirtiéndose en un arma de doble filo al limitar las posibilidades de las mujeres para acceder a otras bases de poder (recursos económicos, por ejemplo).
Por último, las ideologías imperantes en nuestra sociedad fomentan estas diferencias entre hombres y mujeres e impregnan las creencias y prácticas sociales, produciendo un efecto que perpetúa la jerarquía establecida.
En definitiva, consideramos que la perspectiva formulada por Pratto y Walker (2004) constituye un rico e interesante análisis de la relación entre género y poder al incluir variables y aspectos de las relaciones, tanto en el ámbito público como privado. Además, pensamos que la conjunción de estas diferentes bases de poder ayudaría a explicar la complejidad de las relaciones heterosexuales de pareja desde una perspectiva muy completa.
Como parte de la tesis, además de otros estudios, se realizó una investigación en la que analizamos la distribución de las bases de poder de género en un amplio grupo de matrimonios. En este estudio participaron 278 personas (139 parejas) heterosexuales, todas ellas residentes en Andalucía, cuya edad media es de 43 años. La mitad de la muestra estuvo formada por parejas en las que hombres y mujeres trabajaban fuera del hogar, mientras que en la otra mitad los hombres trabajaban fuera del hogar y las mujeres eran amas de casa, y no tenían un trabajo remunerado. De esta forma, se analizó si existía una distribución diferente de las bases de poder en función de la situación laboral de la mujer.
Nuestros resultados indican que existen diferencias entre hombres y mujeres en las cuatro bases estudiadas. Los hombres presentan una mayor ideología sexista, tienen más recursos económicos (incluso en las parejas en que ambos tenían un trabajo remunerado) y usan más fuerza física que las mujeres. Por el contrario, las mujeres realizan más obligaciones sociales que sus parejas (también incluso en las parejas en que ambos trabajan fuera de casa). Aunque las autoras del modelo señalan que habría que reducir las diferencias en estos cuatro parámetros para conseguir la igualdad, nuestros datos indican que los primeros pasos hacia el cambio podrían darse modificando la ideología y como consecuencia, la distribución de obligaciones sociales dentro de la pareja.
Además, los análisis realizados muestran que trabajar sobre la ideología de la mujer sería importante para el cambio, sin caer en el tópico de culpar a la mujer de ser responsable de la desigualdad que ella misma sufre. La mujer tiene mucha capacidad para influir en las bases de poder de su pareja, es decir: si ella cambia su ideología hacia una más igualitaria, podría incidir en la de su pareja, y así en el resto de bases. Por tanto, las principales implicaciones de nuestro trabajo serían trabajar sobre el reparto más equitativo de tareas domésticas y de cuidado, así como sobre las creencias y estereotipos que establecen y legitiman cuáles son los roles que hombres y mujeres debemos desempeñar (pensamientos del tipo "el hombre debe trabajar y la mujer no", "la educación de los hijos es tarea de la madre").
seguimos en la urbe global
No acabo de acostumbrarme a mirar las visitas a este blog y encontrarme países de lo más variopinto (para nosotros, claro). Esta noche he tenido visitantes de México y de Chile. Y a las seis de la tarde había conectada gente de Gran Bretaña, de Francia y de Estados Unidos. Bienvenidos seais los que seais.
Leo en Región Digital un estudio sobre el uso del teléfono móvil (celular para los sudamericanos) y de internet en los niños. Resulta que destacan dos datos. Hay más personas entre 12 y 16 años utilizando internet que a partir de 16 años en Extremadura. Realmente los extremeños seremos la vanguardia de las nuevas tecnologías algún día si seguimos así ¿?. Porque otra cosa que destaca es que casi el 70% de estos niños utilizan habitualmente el teléfono móvil. Incluos en los menores de 12 años los niños utilizan más el movil que manejan internet. Saquen conclusiones de esta nueva era, o traiganme al niño cuando vean que solo habla con aparatos e ignora a sus padres.
Leo en Región Digital un estudio sobre el uso del teléfono móvil (celular para los sudamericanos) y de internet en los niños. Resulta que destacan dos datos. Hay más personas entre 12 y 16 años utilizando internet que a partir de 16 años en Extremadura. Realmente los extremeños seremos la vanguardia de las nuevas tecnologías algún día si seguimos así ¿?. Porque otra cosa que destaca es que casi el 70% de estos niños utilizan habitualmente el teléfono móvil. Incluos en los menores de 12 años los niños utilizan más el movil que manejan internet. Saquen conclusiones de esta nueva era, o traiganme al niño cuando vean que solo habla con aparatos e ignora a sus padres.
viernes, 2 de marzo de 2007
El abuso (casi) invisible
El abuso sexual puede afectar al 4% de la población infantil española», dijo ayer el psicólogo clínico Enrique Echeburúa durante el Foro Internacional «Infancia y violencia» inaugurado en Valencia por la reina Sofía. Y precisó el retrato de las víctimas: en su mayoría son niñas, tienen entre 6 y 10 años de edad y son más vulnerables por sus discapacidades físicas o psíquicas, por sufrir además malos tratos, o por tener un padre maltratador o de comportamientos violentos.El presidente de la Sociedad Vasca de Victimología añadió otro dato para completar el escenario de este «fenómeno invisible hasta hace poco»: el 20% de los agresores son menores de 18 años. Pero, más que en las cifras, puso el énfasis en dos aspectos. Uno, la extensión de un abuso que -advirtió es el más 'democrático' de todos los abusos, porque se da en todas las clases sociales». Y otro, sus «consecuencias psicopatológicas a corto y largo plazo», porque «tiende a ser crónico e interfiere en el desarrollo emocional», hasta manifestarse en cambios bruscos de conducta, aislamiento, fracaso escolar, sexualidad atípica -o muy precoz, o inhibida y excesivamente pudorosa y hasta descontrol de esfínteres. En los chavales son más típicos los problemas conductuales; en las chicas, las dificultades de socialización y las tendencias ansioso-depresivas.«Muñecas rotas»Son pistas para detectar y hacer cada vez más visible esa realidad que, pese a todo, puede verse con cierta esperanza. La esperanza, en palabras de Echeburúa, de los «programas de tratamiento para abordar las dificultades para las relaciones sociales y de pareja» derivadas de los abusos. «A largo plazo los efectos no son tan devastadores», aclaró el experto al cifrar en el 20% las personas profundamente afectadas y en el 70-80% las que «consiguen recuperarse con apoyo» familiar, social y de especialistas.En cuanto a los factores que pueden atenuar o agravar las consecuencias, influyen favorablemente el equilibrio emocional durante el abuso, el respaldo que reciban de sus familiares y la adecuada recepción por éstos de su «revelación» del caso, porque «hay personas que tienden a no creerles». Esto les hace sentirse «muñecas rotas» abandonadas por todo el mundo, remacha Echeburúa, quien señala dos grandes retos de futuro: un tratamiento psicológico lo más precoz posible y perfeccionar los métodos para asegurar la «credibilidad del testimonio».Romper el silencioEn este contexto, la británica Mary Marsh, directora de la ONG bicentenaria Sociedad para la Prevención de la Crueldad hacia los Niños, recordó la necesidad de apoyarse en los propios jóvenes para, en casos de maltrato a la infancia en general, «entender cómo protegerse, y para decirlo». Muchos cuentan que no tuvieron conciencia de víctimas cuando eran pequeños, porque «pensaban que sucedía en muchas familias», e incluso tenían un sentimiento de culpa, como si hubieran sido cómplices, cuando en realidad padecían «relaciones de control por parte de su maltratador».Para romper ese muro de silencio, hay que «trabajar en educación con los jóvenes», ya que la primera persona que recibirá la confidencia del abuso sufrido será precisamente un amigo, antes incluso que la madre, que suele ser la segunda. A partir del conocimiento de esa realidad, se trata de «saber qué hacer para ayudarle», para lo que su ONG ha creado una línea telefónica para asesorar y dar respaldo confidencial a los menores. Para enmarcar el problema, la propia Marsh aportó un dato: «Al menos el 10% de los niños se encuentran en casa alguna forma de malos tratos».
el dilema (2)
“La chica de la historia metió la mano en la bolsa y sacó una piedra. Sin verla, la dejó caer a la vereda, donde se perdió con las demás. —¡qué torpe soy– dijo-, pero no importa: si abren la bolsa verán qué piedra tomé por el color que queda.
Como la piedra que había en el saco era la negra, se supuso que ella había tomado la blanca, ya que el prestamista no se atrevía a admitir su deshonestidad"
Como la piedra que había en el saco era la negra, se supuso que ella había tomado la blanca, ya que el prestamista no se atrevía a admitir su deshonestidad"
jueves, 1 de marzo de 2007
el dilema de la muchacha
A veces hay problemas en la vida que parece que no tienen solución:
"Hace muchos años, cuando una persona que debía dinero podía ir a la cárcel, un mercader de Londres tuvo la desventura de acumular una enorme deuda. Al prestamista que era viejo y feo, le gustaba la hermosa y joven hija del mercader, de modo que propuso un trato: cancelaría la deuda si podía quedarse con la muchacha.
Tanto el mercader como su hija se sintieron horrorizados ante esta proposición, pero sabían que no tenían más remedio que aceptarla. Entonces el prestamista sugirió que se dejara en manos de la providencia la decisión. Así, indicó que colocaría una piedra negra y una blanca en un saco vacío y que después la chica debía tomar una de las piedras. Si ella escogía la piedra negra, se convertiría en su esposa y la deuda de su padre sería cancelada. Si ella seleccionaba la blanca, se quedaría con su padre y la deuda sería perdonada. Pero si rehusaba a tomar alguna de las piedras, su padre iría a la cárcel y ella quedaría sola y totalmente desprotegida.
El mercader aceptó con renuencia. El grupo se hallaba en una vereda de piedras, en el jardín del mercader. Mientras hablaban, el prestamista se inclinó para recoger las dos piedras, pero entonces la temerosa chica se dio cuenta de que él había tomado dos piedras negras y las había colocado en el saco. Enseguida, el viejo pidió a la chica que tomara una de las piedras, la que decidiría su destino y el de su padre”.
¿Qué harías tú si fueras la chica? ¿Existe alguna salida alternativa o el prestamista se saldrá con la suya?
Mañana os dare la respuesta y la solución al dilema.
"Hace muchos años, cuando una persona que debía dinero podía ir a la cárcel, un mercader de Londres tuvo la desventura de acumular una enorme deuda. Al prestamista que era viejo y feo, le gustaba la hermosa y joven hija del mercader, de modo que propuso un trato: cancelaría la deuda si podía quedarse con la muchacha.
Tanto el mercader como su hija se sintieron horrorizados ante esta proposición, pero sabían que no tenían más remedio que aceptarla. Entonces el prestamista sugirió que se dejara en manos de la providencia la decisión. Así, indicó que colocaría una piedra negra y una blanca en un saco vacío y que después la chica debía tomar una de las piedras. Si ella escogía la piedra negra, se convertiría en su esposa y la deuda de su padre sería cancelada. Si ella seleccionaba la blanca, se quedaría con su padre y la deuda sería perdonada. Pero si rehusaba a tomar alguna de las piedras, su padre iría a la cárcel y ella quedaría sola y totalmente desprotegida.
El mercader aceptó con renuencia. El grupo se hallaba en una vereda de piedras, en el jardín del mercader. Mientras hablaban, el prestamista se inclinó para recoger las dos piedras, pero entonces la temerosa chica se dio cuenta de que él había tomado dos piedras negras y las había colocado en el saco. Enseguida, el viejo pidió a la chica que tomara una de las piedras, la que decidiría su destino y el de su padre”.
¿Qué harías tú si fueras la chica? ¿Existe alguna salida alternativa o el prestamista se saldrá con la suya?
Mañana os dare la respuesta y la solución al dilema.
los indios y el tiempo
La vida misma y nuestra manera de comportarnos se cuenta en esta sencilla historia de los indios:
"Era otoño, y los indios de una remota reserva preguntaron a su nuevo Jefe si el próximo invierno iba a ser frío o apacible. Dado que él era un Jefe Indio en una sociedad moderna, nunca había aprendido los viejos secretos, y cuando miró el cielo, no podía decir qué iba a suceder con el tiempo.
De cualquier manera, para estar seguro, él respondió a su tribu que el invierno iba verdaderamente a ser frío y que los miembros de la aldea deberían recolectar leña para estar preparados. Pero como también era un líder práctico, después de algunos días tuvo una idea. Fue a la cabina telefónica y llamó al Servicio Nacional de Meteorología y preguntó: -El próximo invierno ¿será muy frío?
Parece que el invierno próximo será verdaderamente bastante frío, respondió el meteorólogo de turno del Servicio Nacional. De manera que el Jefe volvió a su gente y les dijo que se pusieran a juntar más leña aún para estar preparados.
Una semana después el Jefe llamó otra vez al Servicio Nacional de Meteorología. Preguntó: ¿Será un invierno muy frío?. Sí, respondió el meteorólogo de turno, va a ser un invierno muy frío. El Jefe regresó nuevamente a su gente y les ordenó recolectar todo los pedazos que pudieran de leña que pudieran encontrar.
Dos semanas más tarde el Jefe llamó al Servicio Nacional de Meteorología una vez más: -¿Están absolutamente seguros que el próximo invierno habrá de ser muy frío? Absolutamente -respondió el hombre al otro lado de la línea, va a ser uno de los inviernos más fríos que se hayan conocido.
¿Cómo pueden estar tan seguros?, preguntó el Jefe. Y el meteorólogo respondió: Porque los indios están juntando leña como locos"
"Era otoño, y los indios de una remota reserva preguntaron a su nuevo Jefe si el próximo invierno iba a ser frío o apacible. Dado que él era un Jefe Indio en una sociedad moderna, nunca había aprendido los viejos secretos, y cuando miró el cielo, no podía decir qué iba a suceder con el tiempo.
De cualquier manera, para estar seguro, él respondió a su tribu que el invierno iba verdaderamente a ser frío y que los miembros de la aldea deberían recolectar leña para estar preparados. Pero como también era un líder práctico, después de algunos días tuvo una idea. Fue a la cabina telefónica y llamó al Servicio Nacional de Meteorología y preguntó: -El próximo invierno ¿será muy frío?
Parece que el invierno próximo será verdaderamente bastante frío, respondió el meteorólogo de turno del Servicio Nacional. De manera que el Jefe volvió a su gente y les dijo que se pusieran a juntar más leña aún para estar preparados.
Una semana después el Jefe llamó otra vez al Servicio Nacional de Meteorología. Preguntó: ¿Será un invierno muy frío?. Sí, respondió el meteorólogo de turno, va a ser un invierno muy frío. El Jefe regresó nuevamente a su gente y les ordenó recolectar todo los pedazos que pudieran de leña que pudieran encontrar.
Dos semanas más tarde el Jefe llamó al Servicio Nacional de Meteorología una vez más: -¿Están absolutamente seguros que el próximo invierno habrá de ser muy frío? Absolutamente -respondió el hombre al otro lado de la línea, va a ser uno de los inviernos más fríos que se hayan conocido.
¿Cómo pueden estar tan seguros?, preguntó el Jefe. Y el meteorólogo respondió: Porque los indios están juntando leña como locos"
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