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miércoles, 16 de mayo de 2007

miedo a la libertad

Interesante reflexión sobre el miedo a la libertad y la posible existencia de un dios.

Miedo a la libertad
marcial garcía hernández

Los seres humanos tenemos poder y, en el fondo, queremos detener este remolino que nos hunde hasta no sé qué infinito abismo. Siempre hemos creído que éramos unos seres racionales. Pero tenemos que parar ya de lloriquear por nuestras desgracias, tenemos que bajar el telón y poner fin a nuestras dramatizaciones. Es preciso que urgentemente pongamos en marcha eso que nosotros mismos hemos llamado ética, que no es otra cosa que el uso de la más recta razón para solucionar nuestros problemas de supervivencia. Porque sólo nos quedan dos alternativas: o ética o muerte, ésa es la cuestión. Y la necesitamos urgente e imprescindiblemente para cambiar nuestra manera de pensar sobre la vida y el mundo en el que vivimos, lo que nos permitirá también cambiar nuestro rumbo absurdo, algo en lo único que parece que estamos de acuerdo. Y lo primero que necesitamos hacer, a mi modo de ver, es asumir, de forma decidida, que es una labor sola y exclusivamente nuestra. No podemos seguir atribuyendo a ningún dios la ciencia del Bien y del Mal. Esa actitud ha sido, y es, tan cómoda como irresponsable e ineficaz. Así es que por ahí vamos a empezar: la más elemental ética nos dice cosas como la siguiente: este Universo no lo ha creado ningún ser misterioso, ni bueno, ni malo, ni justo, ni poderoso, ni nada parecido, porque no es posible crear nada de la nada. De un vistazo nos damos cuenta que no es preciso hacer ningún esfuerzo demostrativo de esa afirmación: es claramente un axioma. Seguir creyendo lo contrario, que nos tragamos cuando éramos niños y lo hemos tenido sin digerir en el estómago desde entonces, no es nada racional y, por tanto, tampoco es nada ético. Pero la observación más primaria nos permite ver que en este Universo hay algo que es físico y otra cosa intangible, a la que hemos dado diversos nombres, precisamente por esa cualidad difícil de concretar, y que es de naturaleza espiritual. Lo físico podemos decir que consiste en materia, energía, espacio y tiempo. Lo espiritual, sin embargo, no podemos definirlo con claridad, así es que, preferimos referirnos a ello describiendo lo que «no es», como el mejor modo que podemos hallar, es decir; contraponiéndolo a lo que vemos con más obviedad: lo contrario de lo físico. Entonces podemos decir que el espíritu es no material, y por ello, no ocupa espacio, ni es extenso, ni tiene forma, ni tiene volumen, ni color, ni masa. ¿Qué puede ser tal cosa? En realidad, parece la nada misma. Pero no es así. Lo espiritual tiene existencia y los seres humanos siempre lo supimos, ¿por qué será? Ahora, lo que me interesa es seguir la argumentación de que no hay nadie más en este Universo a quien echar la culpa de los males, ni de los bienes que parecen rodearnos en nuestra existencia. Entonces, vamos a suponer que estamos de acuerdo en que lo físico y lo espiritual existen en nuestro Universo. ¿Qué más hay? Y ¿para qué necesitamos más? Eso es suficiente para que haya un Universo, tal como lo podemos percibir a simple vista y mejor aún con los telescopios, los microscopios y todos los demás «scopios» habidos y por haber, incluido el más poderoso: nuestra inteligencia. Así es que, vamos a buscar la Verdad. Pero, ¿dónde está la Verdad? Pues, me gustaría recordarle, amigo lector, si ya lo sabía, y si no, le ruego que me permita dárselo a conocer que, aquel magnífico ser que partió la Historia en dos, antes y después de él, Jesús de Nazaret, dijo: «La Verdad está dentro de ti». Cada uno puede interpretarlo como quiera, pero yo, después de buscar mucho, pienso que la frase hay que entenderla literalmente, es decir, que dentro de nosotros, o sea, en nosotros, hay un archivo, un disco duro, en términos informáticos, donde está escrito todo, absolutamente todo lo que necesitamos conocer para responder a todas nuestras cuestiones históricas, y a nuestros problemas endémicos, y que tanto nos han hecho sufrir. Por eso he escrito aquí mismo, en anteriores ocasiones, que la Psicología debería ser la ciencia del ser humano, la primera y única ciencia que podría adquirir la sabiduría necesaria para ayudarle a encontrarse a sí mismo de nuevo, y eso sería la vía directa para alcanzar lo que realmente quiere y desea este ser tan angustiado, saber quién es, o sea, la Verdad. Y sabido eso, las otras cuestiones se contestarían por sí mismas. Ahora, mientras la Psicología, (con mayúscula), siga postulando que la única medida para apreciar la diferencia entre el ser humano y un simio es su dotación genética, seguiremos en la selva de nuestra ignorancia o prisioneros enjaulados, como ellos. Miedo a la libertad y terror de conocer la Verdad. Es un fuerte castigo y una trampa astuta. «El hombre que no ha alcanzado la libertad interior, tiende a una actitud sadomasoquista: someter y someterse a otro; o clama por un protector o guía mágico». (Erich Fromm. «Miedo a la libertad»). Y también: «El conocimiento de la Verdad os hará libres» (Jesús de Nazaret). El que tenga oídos para oír, que oiga. Y si tiene ojos para ver, que vea. Marcial García Hernández es psicólogo.