Ayer, 10 de octubre, fue el Día Mundial de la Salud Mental. Se me ocurren cosas al respecto como para escribir un libro, adelantaré algunas. Los medios de comunicación recogen la noticia habitualmente de dos maneras. Una es dando datos estadísticos con sus respectivos comentarios alarmantes adicionales sobre la cantidad de gente que tiene problemas psicológicos o trastarnos mentales. Otra es centrada en la enfermedad mental grave o severa, la mayoría referidas a personas con esquizofrenia. En este caso suelen aparecer asociaciones de familiares o centros de rahabilitación psicosocial demandando dos cosas, más servicios y menor estigmatización. Ayer las noticias en prensa, radio y televisión, estuvieron copadas por un ya famoso video en youtube en el que aparecía una persona con esquizofrenia en una situación en la que se reían y hacían burlas de él. Parece que el padre ha denunciado la situación, y después de saltar a los medios, el video ha sido retirado. Así pues, el padre ha conseguido justo lo contrario de lo que en el fondo pretende. Dar la imagen de un esquizofrénico como si fuera un tontito del que se burlan los demás. A la vez pedimos que se normalice el trato hacia estas personas. Esto merece una atención especial, mañana hablaré de ella. Y lo otro que me llama la atención es que no se hable ni lo suficiente ni lo suficientemente bien de los problemas psicológicos habituales y menos graves. Ayer, mientras hacía un programa de radio dedicado a este día, llamó una señora para preguntar por sus síntomas, para decir que no se siente bien y que no sabe qué le pasa pero que cree que le pasa algo. A eso me refiero, no a los llamados enfermos mentales, sino a las personas que, sencillamente, tienen problemas psicológicos más o menos importantes y necesitan atención psicológica. Mañana más.
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