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sábado, 7 de julio de 2007

Médicos políticos y psicólogos simpatizantes

Uno de los problemas que hemos tenido siempre los psicólogos es que no hemos participado mucho en la vida social y política. A los médicos se les da muy bien. Nosotros (y otras profesiones también) tenemos una especie de efecto de techo de cristal. Por abajo somos tan buenos como otros, trabajamos como el que más y somos tan importantes como otros profesionales para este nuestro mundo. Pero en cuanto las personas empiezan a escalar en sus responsabilidades sociales, los psicólogos se van quedano atrás. Nos pasa en política, es muy probable entablar una conversación políticamente interesante e implicada con cualquier psicólogo (somos buenos simpatizantes) pero luego los verdaderos políticos son abogados, economistas o médicos. Sí, médicos, ese es nuestro problema. Leo en algunos medios de comunicación que el Colegio de Psicólogos de Madrid le pide al nuevo ministro de sanidad, Bernart Soria, que reconozca a la psicología como una profesión sanitaria. No voy a hablar de eso porque da para escribir un libro (sobre si somos o no sanitarios). Pero sí de lo otro, o sea, del ministro. Este señor es un reputado investigador, médico, que trabaja con celulas madres, eso que está de moda para el avance de la medicina. El gobierno ha desoído las continuas peticiones al respecto, y ahora ponen a un médico de ministro, o sea que tururú.
Recientemente también hemos nombrado a los nuevos consejeros en Extremadura. El presidente, Fernández Vara, es médico. La consejera nueva de sanidad, Maria Jesús Mejuto, es, como no, médico, cirujana para más señas. Además hay una enfermera (que estudió algo de psicología dice su curriculum).
Tenemos que agradecerle a Fernández Vara que en la sanidad extremeña hoy hay más psicólogos que hace más años (también más psiquiatras), pero tenemos que criticarle su excesiva visión médica no solo de la sanidad, sino también de otros ámbitos más sociales. Me explico. Hace unos años creo una dirección general de atención sociosanitaria. Era buena idea, y ádemás elaboró planes que indicaban una coordinación de lo social y lo sanitario. Pero ahora me sorprende al ver que ha metido Dependencia en la consejería de Sanidad, y no en la de Asuntos Sociales (que por otra parte ya no existe, pero bueno, en la Igualdad, que es como se llama ahora). Eso sí, es más lógico que en esta esté mujer, y no en cultura (que ya les valía...). El caso es que sigo notando mucho tufo a médico en las altas esferas, y claro, me duele. Bueno, vamos a darles 100 días y después os cuento.

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