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miércoles, 26 de mayo de 2010

Estafas y contratos

El ser humano lleva haciendo negocios y llegando a determinados acuerdos toda su historia. Yo te doy esto a cambio de lo otro, si tú eres amable yo también lo soy. No obstante, han hecho falta leyes que regulen de alguna forma nuestra manera de relacionarnos, y especialmente los desacuerdos. Cuando nos casamos llegamos a un acuerdo, cuando nos separamos nos sentimos decepcionados con dicho contrato y es habitual pensar que la otra parte no ha cumplido. Como somos subjetivos, y la realidad no es más que nuestra interpretación de las cosas, es normal que no nos entendamos, especialmente si las emociones no nos dejan pensar con claridad. Ahora una buena parte de este país está decepcionada con su gobierno. Muchos sienten que su voto, una especie de contrato, se ha roto porque los gobernantes no están cumpliendo su programa. En el caso de los políticos poco está legislado a ese respecto. Pueden engañar, no es ilegal. Otra cosa es en los tratos mercantiles. Si yo compro una cosa y luego esa cosa no funciona, la ley me ampara. Es lo mismo con los contratos profesionales, si el médico lo hace mal, puede denunciarlo. Cuento esto por un extraño caso sobre un curandero que ha sido llevado a juicio. El juez lo absuelve interpretando que si el acusador acudió a sus servicios es porque creía en ellos, si luego no han funcionado es porque no funcionan, pero él creía que sí y por tanto el contrato es válido. Llevo mucho tiempo esperando una legislación clara al respecto, como han hecho los ingleses, pero no hay manera. Así seguiremos dependiendo de la interpretación de un juez, que prima los acuerdos comerciales sobre la estafa porque no entra a valorar si la magia funciona o no. Además incide en el hecho de que el curandero es un empresario, legal, con sus papeles como dios manda. Porque esa es otra, aquí puedes darte de alta como brujo en hacienda y el legal. Siglo XXI, dicen. Lo malo es que con la que está cayendo ahora la sociedad tiene otra prioridades, y encima el malestar general hace que las consultas aumentes, no solo la de los psicólogos, sino también la de los estafadores que queman la oreja, hacen brujería o rezan para, supuestamente, curarte. Así nos va.
Para terminar un poco de guasa, que es mejor reírse la cosa. Un montaje de El Exorcista.
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